La tecnología de datos que promete cambiar el mundo

El uso masivo de las nuevas tecnologías trajo asociado un volumen tan grande de datos que los expertos se vieron se obligados a sumergirse en ellos para aprender a gestionarlos y sacarles beneficio tanto a nivel personal como profesional. El Big Data está cambiando el mundo tal y como lo conocemos, proyectándonos hacia una nueva era.

La generación de conocimiento en el hombre siempre ha oscilado entre lo que se percibe a través de los sentidos y lo que puede ser recordado sin necesidad de una referencia inmediata a la realidad tangible. La evolución ha permitido, sin embargo, que el conocimiento se proyecte en operaciones mentales de naturaleza abstracta. En la sociedad actual, y por primera vez en la historia, los datos son externos y no provienen de nuestra experiencia, lo que supone un cambio cultural comparable a cualquier revolución que en el pasado dio como resultado el paso de una a otra era.

Inmersos en esta transformación nos encontramos que la cultura digital ha desplazado en parte a la experiencia personal y el conocimiento experiencial. Actualmente, los datos pueden decirnos quiénes somos, cuáles son nuestras preferencias o incluso como nos sentimos, y todo ello incluso sin que seamos conscientes. Nos apuntan en qué productos invertir, qué amigos elegir, y qué seguros o viajes contratar. Y también cuáles son los vuelos que salen más baratos, qué canciones están más acordes a nuestro estado de ánimo o cómo podemos llegar al sitio que estamos buscando en el entramado caótico de las calles de una ciudad.

Datos traducidos a información

Todos nuestros clics en redes sociales se traducen en datos que hay que archivar y procesar. Son capturados y almacenados de forma masiva, todos los días y en todos los ámbitos. Unas estadísticas computarizadas que se traducen en una información pensada para lograr una mejora de nuestra calidad de vida y mayores beneficios empresariales. Para muchos expertos, esta reelaboración de los patrones de vida cotidianos representará un importante cambio en los hábitos de los ciudadanos a medio plazo.

La finalidad del Big Data consiste en extraer valor de ese gran volumen de datos heterogéneos mediante el uso de algoritmos y procesos de almacenamiento, gestión, captura, análisis y visualización. Para ello se tiene en cuenta el concepto de las 3 “v”, volumen, velocidad y variedad, a las que se le ha unido en los últimos tiempos otras tres más: viralidad, veracidad y el valor de los propios datos.

El Big Data ayuda a anunciantes, vendedores, compañías de análisis de datos y el mundo empresarial en general, que utilizan los datos para construir un nuevo contexto de relevancia conductual que les permite la predicción de escenarios estratégicos. Toda esta información es utilizada también para minimizar riesgos, eliminar fraudes o crear campañas de marketing más eficaces. En cualquier caso, estas abstracciones también benefician al ciudadano, que recibe servicios personalizados y publicidad exclusivamente dirigida a sus intereses.

Uso profesional del Big Data

El uso profesional del Big Data supone múltiples ventajas para las empresas, entre ellas mayor capacidad a la hora de tomar las decisiones más acertadas de una manera rápida y eficaz, al disponer de un gran volumen de datos estructurados que se pueden interpretar.

Por otro lado, las compañías tienen un feedback a tiempo real, lo que puede resultar beneficioso en el lanzamiento de un producto o para conocer inmediatamente el resultado de una estrategia. Asimismo, el seguimiento de los datos permite a una compañía conocer a los consumidores y adelantarse a sus necesidades, así como detectar tendencias de consumo o fallos en la atención al cliente.

En definitiva, al utilizar el Big Data una empresa puede obtener respuesta a muchas preguntas sobre sus procesos internos, identificando cualquier problema en sus etapas iniciales. Y, por otra parte, ayuda a entender qué es lo que el público está buscando. Si además se introduce en la fórmula de análisis datos procedentes de factores externos, como la meteorología, las estaciones del año o la zona en la que vive el usuario, el cálculo ganará en eficiencia, dirigiendo así los productos y servicios no solo a grupos específicos, sino también a temporadas concretas, lo que supondrá una serie de beneficios competitivos.

Por supuesto, también existen desventajas, especialmente cuando la información no es tratada y analizada por expertos en la materia. El exceso de datos puede provocar que se éstos se almacenen indiscriminadamente, convirtiéndose en ruido que obstaculice las tareas. Además, las compañías deben someterse a protocolos que establezcan hasta qué punto la tecnología empleada puede considerarse intrusiva, al tiempo que tienen que preocuparse por la seguridad, ya que los datos almacenados pueden convertirse en objetivo de ciberataques.

El tejido empresarial tiene que luchar contra la tecnofobia, que ha puesto de manifiesto cómo un sector de la población considera que la tecnología del Big Data vulnera su privacidad. A ello se le une el hecho de que se han comenzado a dar los primeros casos de discriminación por sexo, religión, etnia o cultura, ya que todavía no se han establecido los suficientes mecanismos de control para hacer frente a la discriminación no intencional llevada a cabo por la inteligencia artificial.

En cualquier caso, cualquier compañía que quiera apostar por el Big Data debe tener en cuenta los gastos asociados, derivados principalmente de la seguridad, la privacidad y la contratación de personal experto porque no se trata solo de tomar datos, sino de analizarlos y extraer las conclusiones correctas. Se deben tener muy claros los objetivos y beneficios que se quieren conseguir y así evitar acumular datos innecesarios, susceptibles de robos que pueden dañar a la compañía, tanto a nivel financiero como en cuestiones de imagen.

Beneficios y desventajas para el ciudadano

El Big Data no solo ayuda a empresarios y gobiernos. El ciudadano también se ve beneficiado, a veces incluso sin saberlo, de la era del Big Data. Sus ventajas para el ciudadano engloban desde la rapidez en la busca de contenidos online hasta la deducción de nuestras preferencias y la predicción de nuestros comportamientos para ofrecernos un mejor servicio. Uno de los ejemplos más claros lo encontramos en la web de Amazon, que utiliza filtros con información en tiempo real para ofrecernos recomendaciones personalizadas del tipo: “Las personas que han comprado X también compraron Y”. Este método no solo orienta al cliente, sino que supone aproximadamente el 20% de las ventajas del gigante empresarial. De la misma manera, la red social LinkedIn utiliza información en tiempo real para recomendarnos nuevos contactos y empresas, retroalimentando así la actividad del usuario.

Muchas personas se preguntan si viven en una sociedad mejor gracias al Big Data. La respuesta es que esta tecnología permite, al menos, una sociedad más eficiente. El número de ciudades inteligentes no deja de crecer. Por ejemplo, en Oslo (Noruega), se ha reducido el consumo de energía en los semáforos un 62% gracias a una solución inteligente basada en el Big Data.

Otros campos donde los beneficios para el usuario están cogiendo más peso son los de la ciencia y la salud, principalmente en áreas como la investigación clínica y genómica, la epidemiología, la monitorización de enfermos crónicos, el diagnóstico en tiempo real, la identificación de enfermedades del paciente, la mejora de la calidad de la asistencia sanitaria y la medicina personalizada, preventiva y predictiva. Para seguir avanzando, hay que ceder a cambio nuestros datos, lo que conlleva una controversia, ya que choca frontalmente con el derecho de los ciudadanos a su privacidad En este sentido, recientemente entró en vigor el nuevo marco normativo europeo de protección de datos, que pretende proteger nuestra información personal. Las leyes siempre van un paso por detrás de la tecnología, pero están presentes para aportar seguridad jurídica. No pueden evitar violaciones de la privacidad de los datos, pero sí obligar a las empresas a adoptar las medidas de seguridad tecnológica pertinentes.

España se sitúa a la cabeza del ranking de mayor tiempo de utilización de la tecnología en Europa. Más de 22 millones de españoles se conectan a Internet a diario. El uso de la Red ha pasado del 74% al 85% en los últimos cuatro años y cada vez hay más adultos adictos a las nuevas tecnologías por la baja percepción de sus riesgos. Pese a ello, y paradójicamente, seguimos mostrándonos reticentes a la hora de entregar nuestros datos. Solo un 16% de los españoles muestra buena disposición a compartir datos personales a cambio de beneficios y recompensas. Una afirmación que esconde falta de información ya que cuando se explican las ventajas que se pueden conseguir, como una mejora en la atención de la salud o un ahorro energético, la cifra sobrepasa el 50%.

El Big Data es una gran oportunidad, pero todavía tenemos que perfeccionar su gestión, salvando los perjuicios que puede llegar a crear. Lo queramos o no, el mundo seguirá girando en torno a los datos que generamos. A nivel personal, podemos subirnos a su tren de una manera consciente o seguir andando por las vías, viendo cómo se nos escapa la posibilidad de avanzar más rápido hacia el lugar donde se encamina el futuro de la humanidad.