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A falta de vacunas y ante la necesidad de reactivar la economía, la única forma de controlar la pandemia de coronavirus será mediante el rastreo de contactos.

Pero para que la estrategia funcione hay que tener muchas cosas en cuenta, como la privacidad, la importancia de los rastreadores humanos y la urgencia.

Por Patrick Howell O’Neill.Traducido por Ana Milutinovic 08 Mayo, 2020.
*Este reportaje incluye información de James Temple y Katharin Tai.

La actual pandemia de coronavirus (CODIV-19) es un terreno muy fértil para vendedores oportunistas sin escrúpulos, grandes fraudes y negacionistas del coronavirus que atacan o culpan a todos y a todo, desde chinos-estadounidenses hasta a Bill Gates y las redes 5G.
Y ahora, ha surgido un nuevo frente en esta extraña guerra: el rastreo de contactos.

Esta es la técnica que utilizan los trabajadores de salud pública para identificar a los portadores de una enfermedad infecciosa y encontrar a otras personas a las que hayan podido haber contagiado, para aislarlas y frenar la propagación de la pandemia. Es un método de investigación de eficacia probada para combatir con éxito los brotes de enfermedades como el sarampión, el VIH y el ébola.

Distintos países de todo el mundo ya lo están utilizando contra la COVID-19 con un buen resultado, y ahora muchos estados de EE.UU. empiezan a crear sus propios equipos de rastreo de COVID-19. Al mismo tiempo, algunas potentes compañías tecnológicas como Apple y Google están construyendo sistemas para ayudar a expandir y automatizar el rastreo y notificar a las personas que podrían haber estado expuestas. Sin embargo, el rastreo de contactos, igual que la realización de test y pruebas, el alejamiento social y el confinamiento, se encuentran entre dos fuegos políticos.

“Eso es totalmente ridículo”, dijo el político Rudy Giuliani a la presentadora de Fox News Laura Ingraham cuando le preguntó sobre el plan de Nueva York (EE. UU.) para contratar a un “ejército” de rastreadores del coronavirus. Y añadió: “Entonces deberíamos rastrear a todos que tengan cáncer, enfermedades cardíacas y obesidad. Quiero decir, muchas cosas matan más que la COVID-19, así que deberíamos rastrear todas esas cosas”.

Prácticamente todos los profesionales sanitarios, y los organismos médicos desde los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirman rotundamente que el rastreo de contactos es una parte crucial del plan de tres ejes para devolver la normalidad al mundo: realizar las pruebas, rastrear, aislar.

La directora de la Iniciativa de Comunicación Sanitaria de Stanford (EE. UU.) y antigua investigadora de los CDC, especialista en las epidemias, Seema Yasmin, opina: “No creo que se pueda exagerar la importancia del rastreo de contactos. Ha sido la base de todas las investigaciones importantes de epidemias desde el SARS hasta el ébola y más allá”.
Aunque la realización de pruebas es la máxima prioridad (primero hay que encontrar a las personas contagiadas), el rastreo resulta crucial para evitar que una enfermedad se propague sin control. Después de identificar a las personas en riesgo, hay que aislarlas antes de que puedan propagar aún más el coronavirus.

El coronavirus tiene un punto débil

Porque el tiempo de transmisión es bastante largo, aproximadamente dura una semana. Si logramos rastrear en escalas de tiempo más breves, se podría acabar con él”, explica el científico informático de Microsoft John Langford, que ha estado trabajando con el estado de Washington (EE. UU.) en sus esfuerzos de rastreo de contactos.

Pero, aunque la declaración de Giuliani es terriblemente estúpida (la obesidad, por ejemplo, no es una enfermedad infecciosa), la verdad es que los esfuerzos de rastreo de contactos en esta pandemia se enfrentan a desafíos históricos muy reales. Ya se realice de forma manual por equipos de investigadores o automatizada a través de las alertas telefónicas, el rastreo nunca se ha realizado a la escala que se necesita para luchar contra COVID-19. Todos los problemas reales e inquietudes relacionados con el rastreo se intensificarán y se deberán abordar para que estos esfuerzos tengan éxito.

A continuación, presentamos cinco claves que deben ocurrir para que el rastreo de contactos funcione.

Tarea 1: Un rastreador humano por cada 3.000 habitantes

Cuando los países empiecen a reabrir, pero antes de tener disponible una vacuna o un tratamiento efectivo, la principal forma de prevenir la propagación de COVID-19 será el rastreo manual. Los sanitarios capacitados se pondrán en contacto con aquellos que han recibido un diagnóstico y les pedirán datos sobre sus movimientos y contactos.
Un paciente podía haber estado en contacto reciente con otras 100 personas, lo que significa 100 seguimientos por teléfono o directos para localizar a todas las personas en riesgo de exposición. En función de los datos y de la ciencia, los rastreadores podrían requerir aislamiento y pruebas. Se trata de un trabajo intenso.

“Esto será un enorme esfuerzo”, asegura el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. Su estado y especialmente la ciudad de Nueva York, actualmente la región más afectada del mundo, son un ejemplo de las dificultades desarrollar la capacidad de rastreo manual. Un área metropolitana con una población que supera los 21 millones de personas y con más de 16.100 muertes por COVID-19 ha tenido menos de 1.000 rastreadores trabajando hasta ahora (en comparación con los 9.000 en la ciudad de Wuhan (China), que tiene 11 millones de habitantes).

En muchos países, los sistemas sanitarios han sufrido una infrafinanciación crónica desde la crisis financiera de 2008, a pesar de las reiteradas advertencias de que esta falta de recursos ponía en riesgo las vidas humanas. De hecho, actualmente solo hay 2.200 rastreadores de contactos en todo Estados Unidos, según la Asociación de los Oficiales Sanitarios Territoriales y del Estado.

El rastreo de contactos es una herramienta crucial de salud pública

El rastreo de contactos es una herramienta crucial de salud pública.

Créditos: Engin Akyurt en Unsplash

Pero eso está cambiando ahora. Cada vez más ciudades y estados de EE. UU. están creando presupuestos para aumentar sus contrataciones de rastreadores. San Francisco (EE. UU.) fue uno de los primeros gobiernos locales en EE. UU. en empezar a crear su equipo de rastreo de contactos, que podría aumentar hasta contar con 150 para monitorizar una ciudad de 880.000 habitantes. Un informe reciente del Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria (EE. UU.) revela que se podrían necesitar hasta 100.000 trabajadores para que los esfuerzos manuales de rastreo de contactos sean efectivos en todo el país. Es decir, un rastreador por cada 3.000 de habitantes.

Tarea 2: Garantizar la privacidad

El enorme coste de contratar a rastreadores humanos es la razón por la que el rastreo automatizado se ha vuelto más popular. Pero la idea, basada en tecnologías como Bluetooth y GPS para determinar automáticamente si una persona pudo haber estado expuesta, se ha puesto en el punto de mira mientras las autoridades de todo el mundo intentan abordar la asombrosa tasa de contagios por COVID-19.

Los esfuerzos de alta tecnología, especialmente en los países asiáticos como China, Singapur, Taiwán y Corea del Sur, han generado muchos titulares, pero cuando Apple y Google publiquen su sistema para crear notificaciones de exposición en sus propios teléfonos inteligentes, se convertirá en el desarrollo más importante a nivel mundial. Las dos empresas son responsables del software en más del 99 % de los teléfonos del planeta. Las aplicaciones integradas directamente en iOS y Android, especialmente si son interoperables, podrían aumentar drásticamente el alcance de las autoridades de salud pública.

“Seguiremos atentos para asegurarnos de que cualquier aplicación de rastreo de contactos sea de descarga voluntaria y esté descentralizada.” Jennifer Granick (Directora de Libertades Civiles en el Centro de Stanford para Internet y Sociedad)

El enorme coste de contratar a rastreadores humanos es la razón por la que el rastreo automatizado se ha vuelto más popular. Pero la idea, basada en tecnologías como Bluetooth y GPS para determinar automáticamente si una persona pudo haber estado expuesta, se ha puesto en el punto de mira mientras las autoridades de todo el mundo intentan abordar la asombrosa tasa de contagios por COVID-19.

Los esfuerzos de alta tecnología, especialmente en los países asiáticos como China, Singapur, Taiwán y Corea del Sur, han generado muchos titulares, pero cuando Apple y Google publiquen su sistema para crear notificaciones de exposición en sus propios teléfonos inteligentes, se convertirá en el desarrollo más importante a nivel mundial. Las dos empresas son responsables del software en más del 99 % de los teléfonos del planeta. Las aplicaciones integradas directamente en iOS y Android, especialmente si son interoperables, podrían aumentar drásticamente el alcance de las autoridades de salud pública.

Pero los defensores de la privacidad y los activistas de los derechos civiles tienen preocupaciones válidas. El rastreo de contactos es una forma de vigilancia que, en el peor de los casos, puede suponer un abuso por parte de las empresas o gobiernos. Sin embargo, la vigilancia sanitaria en repetidas ocasiones ha demostrado ser una herramienta que salva vidas, y Apple y Google afirman que la privacidad es una prioridad para ellos. La semana pasada anunciaron un conjunto de medidas en ese sentido, como la prohibición de monitorizar la ubicación de los usuarios y la limitación de que sus sistemas solo se utilicen en aplicaciones responsabilidad de las autoridades médicas sanitarias de cada país. Pero todo esto es tan nuevo que su éxito dependerá en gran medida de las acciones de los propios gobiernos.

Hay que reconocer que Apple y Google han anunciado un enfoque que parece mitigar los peores riesgos de la privacidad y la centralización, pero aún hay margen de mejora”, destacó la asesora de vigilancia y ciberseguridad de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), Jennifer Granick, cuando Apple y Google anunciaron su tecnología de rastreo. Y añade: “Seguiremos avanzando atentos para asegurarnos de que cualquier aplicación de rastreo de contactos contactos sea de descarga voluntaria y esté descentralizada, y solo se use con fines de salud pública y únicamente durante esta pandemia”.

Tarea 3: Garantizar que el rastreo cubra a la mayor cantidad de personas posible

Pero los que construyen los servicios automatizados subrayan que no intentan sustituir el rastreo manual sino tratan de asistirlo. Consideran que las herramientas digitales representan una forma de complementar y ampliar el trabajo realizado por los equipos humanos.
Por ejemplo, las alertas de los teléfonos inteligentes pueden ayudar a filtrar a las personas con bajo riesgo o nulo, de modo que los rastreadores manuales puedan dedicar su tiempo a investigar casos reales, personas con mayor riesgo o aquellos a quienes cuesta más localizar.

Langford detalla; “Nuestra filosofía es que el rastreo de contactos resulta esencial para frenar la epidemia y mantener la economía en funcionamiento. Con las herramientas digitales, queremos mejorar el proceso de rastreo de contactos. El eje central es el rastreo de contactos manual. Pero una aplicación de teléfono puede contribuir para que esto funcione de manera más efectiva”.

Esquema de la API que Apple y Google han publicado para el rastreo del coronavirus.

Esquema de la API que Apple y Google han publicado para el rastreo del coronavirus.

Pero incluso si una aplicación de rastreo fuera descargada por todos los que pudieran usarla legítimamente, hay otro desafío importante en el simple hecho de que no todo el mundo tiene un teléfono inteligente. Si ocho de cada 10 estadounidenses poseen uno, eso significa que dos de cada 10 no lo tienen. Los grupos altamente vulnerables suelen estar al otro lado de esa brecha digital, sostiene el profesor de epidemiología en la Universidad de California en San Francisco George Rutherford.

Solo el 42 % de los estadounidenses mayores de 65 años, el mismo grupo que representa ocho de cada 10 muertes por COVID-19, posee un teléfono inteligente, según una encuesta de 2017 del Centro de Investigaciones Pew.

En San Francisco, algunos de los mayores conjuntos de casos de contagio de la ciudad se encuentran entre las personas sin hogar y del origen latino, que son grupos en los que las tasas de propiedad de teléfonos inteligentes también son más bajas. Y ese no es el único problema. Algunos inmigrantes no hablan la lengua del país en el que viven, lo que les impide entender la información que hay a su alrededor. Y si su estancia en los países se desarrolla de forma irregular, lo último que querrán es ser localizados por cualquier tipo de autoridad pública.

En este sentido, los rastreadores humanos capaces de crear confianza serán clave.

Yasmin explica: “Hay que asegurarse de que esas personas representen a las comunidades a las que van a entrar. Es muy importante que el rastreo de contactos sea exhaustivo, lo que significa que las personas deben confiar en el rastreador para darle la información

que realmente se necesita para realizar su trabajo a fondo. Si la gente ya está asustada por cómo se trata a los inmigrantes durante esta crisis, debido a la legislación y la retórica, hay que asegurarse de enviar a las personas adecuadas a las comunidades donde hay muchos inmigrantes, ya sean regulares o no, para asegurarse de que las personas sientan que pueden confiar en el rastreador y ser honestos con él”.

No hay forma de escapar de la necesidad de un fuerte y cuidadoso rastreo manual. Incluso en los países que se han destacado por utilizar métodos de rastreo de alta tecnología, la realidad sobre el terreno resulta muy humana.

Tarea 4: Aceptar que la tecnología por sí sola no puede resolver este problema

En Taiwán, el miedo al virus era extremadamente alto al principio del brote. Más de 850.000 ciudadanos taiwaneses viven en China continental, y viajan de un lado a otro entre los dos países de forma rutinaria. Sin embargo, hasta ahora, en el país solo ha habido 440 casos confirmados y seis muertes por COVID-19. Gran parte de la cobertura mediática se centró en los métodos de alta tecnología del Gobierno taiwanés, por ejemplo, mediante señales de teléfonos móviles para rastrear la ubicación de las personas en cuarentena y asegurarse de que se quedaran en casa.

Pero, en realidad, la clave ha sido una combinación de medidas de alta y baja tecnología. El país cerró sus fronteras el 7 de febrero para los ciudadanos extranjeros procedentes de China y para todos los extranjeros el 19 de marzo. Incluso aquellos que regresaban a su país tenían que pasar 14 días en aislamiento.

El estudiante taiwanés de la Universidad Brown (EE. UU.) Brandon Yu que regresó a Taipéi (Taiwán) en marzo, destaca que todos los días de su cuarentena tenía que anotar su temperatura en un papel y responder a las llamadas telefónicas de su oficina de salud pública. El joven recuerda: “Eran muy breves. ¿Cómo se encuentra? Descanse un poco, volveré a llamarle más tarde”. En la primera llamada, le recordaron que su ubicación estaba siendo rastreada, y que incluso la batería baja en su teléfono, que impediría que se conectada a las torres cercanas de teléfonos móviles, podía provocar que la policía o los funcionarios sanitarios llamaran a su puerta.

Se requiere que las personas que tienen COVID-19 permanezcan en un hospital hasta que se recuperen (algo que es posible solo porque hasta ahora Taiwán ha evitado que su sistema sanitario se sature). El médico de los CDC taiwaneses Hao-yuan Cheng subraya que, aunque los investigadores pueden pedir los datos de ubicación del teléfono móvil de los pacientes, en realidad eso no ha sido muy útil. El experto explica: “La COVID-19 se propaga mediante contacto cercano, por ejemplo, dentro de una casa o en un aula. Por lo general, se trata de personas con las que los pacientes han pasado mucho tiempo y a quienes conocen personalmente”. Hasta la fecha, Taiwán no ha empleado ninguna aplicación automatizada de rastreo de contactos.

Es cierto que China se apoyó mucho en la tecnología, en parte gracias al invasivo y obligatorio intercambio de datos impuesto por el Gobierno. Pero Wuhan también tenía miles de rastreadores de contactos humanos que llamaban a los enfermos y a sus contactos, recogían sus datos y rastreaban a otros en riesgo, sin mencionar las estrictas medidas de prohibición de movimiento durante el confinamiento.

Mientras tanto, en Singapur, donde la aplicación TraceTogether fue el primer servicio en todo el mundo de rastreo automatizado respaldado por Gobierno, solo entre 10 % y 20 % del país realmente la usa.

“La gente está confundida sobre cómo funcionan estos servicios, y piensa que están completamente automatizados. La automatización existe, pero también hay humanos actuando. Los seres humanos trabajan como detectives”, destaca el científico investigador de Microsoft que trabaja en el rastreo de contactos Sham Kakade.

Observatorio

Todos estos países tienen una caja de herramientas de medidas y métodos que los ayudan a investigar los casos del coronavirus. En Singapur, uno de los principales desarrolladores de TraceTogether, Jason Bay, dejó muy claras sus opiniones sobre este tema: “Si me preguntan si algún sistema de rastreo de contactos por Bluetooth implementado o en desarrollo en cualquier parte del mundo está listo para sustituir el rastreo de contactos manual, diré, sin ninguna duda, que la respuesta es ‘No’. Cualquier intento de pensar lo contrario es un ejemplo de arrogancia y triunfalismo tecnológico.

Hay vidas en juego. Los falsos positivos y los falsos negativos tienen consecuencias en la vida real (como la muerte). Utilizamos TraceTogether para complementar el rastreo de contactos, no para sustituirlo”.

Tarea 5: Hacerlo todo ya

Aunque las personas como Rudy Giuliani se burlan de la necesidad de disponer de los “ejércitos” de rastreadores, e incluso aunque sigamos teniendo preocupaciones reales sobre la implementación, la precisión, la confianza y la financiación, todos los expertos están de acuerdo en que el rastreo de contactos es necesario y funciona, pero no será fácil implementarlo correctamente.

Es posible que se necesite más gente para llevarlo a cabo. La estimación de Johns Hopkins de un rastreador por cada 300.000 rastreadores en EE. UU. deberá aumentar si el virus se propaga aún más. También el servicio automatizado de Google y Apple requerirá que miles de sanitarios realicen pruebas y seguimientos.

Realizar un buen rastreo de contactos, con la magnitud necesaria para combatir esta enfermedad, requerirá no solo a mucha gente trabajando en los métodos manuales y automatizados, sino también una gran cantidad de dinero y buena coordinación. El programa de realizar pruebas-rastrear-aislar requiere saber dónde falta la cobertura, quién está afectado, qué necesitan esas personas y qué hace falta para llegar a ellas.

¿Y lo de ya? Ya significa que no se puede esperar.

El profesor de la Universidad de California en San Francisco George Rutherford afirma que en las próximas semanas su equipo analizará en detalle el potencial de cualquier aplicación emergente para reducir la fuerza laboral requerida. Pero según él, ahora hay que centrarse en poner en marcha rápidamente el método tradicional de rastreo de contactos, realizado por personas, que ha funcionado para contener otros brotes en el pasado.

El investigador concluye: “Tenemos que entender de verdad lo que estamos haciendo exactamente, quiénes son las personas con las que tratamos, cuáles son sus preocupaciones y qué funciona mejor para identificar y aislar a los enfermos, y poner en cuarentena a los que puedan haber estado expuestos. De eso se trata”.

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